Prólogo del Tenor Pedro Lavirgen
Cuando llegué a Madrid, procedente de mi tierra cordobesa, en los primeros años cincuenta, para emprender la maravillosa aventura del estudio del canto, uno de los primeros discos que oí en casa de algún amigo, fue una grabación de la ópera española “Marina”, ya en microsurco y estéreo, en la que el protagonista tenor era un joven cantante valenciano llamado FERNANDO BAÑÓ, al que algún tiempo después tuve ocasión de oír personalmente en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Quedé profundamente impresionado por la calidad de su voz, su canto vehemente y comunicativo, con impresionantes agudos, de los que esta difícil ópera está generosamente nutrida. Con buena técnica y planta escénica envidiable.
Muchos años más tarde, ya en los setenta, apareció en el panorama lírico español otro joven tenor, también llamado FERNANDO BAÑÓ, hijo de aquél que escuché veinte años antes y que tanta impresión me produjo. Se trataba de un tenor lírico-ligero, de bellísima voz, esmalte vocal luminoso, límpidos agudos y exquisita línea de canto. Su porvenir no podía ser más prometedor. Y efectivamente, enseguida cantó en teatros importantes, “Fausto”, “Don Pasquale”, “Il barbiere di Siviglia”, etc. y en Mexico, en el mítico Teatro Bellas Artes de la capital azteca, cantó “La Favorita” con extraordinario éxito.
Aunque al principio seguí sus andanzas teatrales, en algún momento perdí su pista y durante algún tiempo no tuve noticias de él. En una de mis actuaciones en el Liceo barcelonés, alguien me informó que se encontraba en una difícil crisis vocal y prácticamente había abandonado la carrera. Contaba entonces unos treinta y tres años, la mejor edad de un tenor. A mediados de los ochenta, tuve ocasión de hablar personalmente con él en su casa de Barcelona. Su actividad entonces, era fundamentalmente la de docente, alternada con algún que otro concierto. Hablamos largo y tendido durante unas horas. Me explicó con detalle cuál había sido su problema, de tal calibre, que en plena juventud había truncado una carrera muy brillante. Lo de siempre, muchos maestros y mucha confusión en su mente. Respira de esta manera o de esta otra. El punto de emisión es este o aquél. Confusión y más confusión.
Poco resignado y con razón legítima, a su frustrante situación, quiso profundizar en las causas que habían determinado el abandono de una espléndida carrera que estaba prácticamente asegurada. Con el empleo de mucho tiempo, incontables horas de trabajo, y consultando una bibliografía de más de ciento setenta textos relacionados con la técnica, la fisiología, anatomía, la historia, biografías, musicología, foniatría, etc. incluso el aspecto higiénico sanitario de la voz y su tratamiento, en una labor absolutamente encomiable, aparece este tratado de técnica vocal, que él, quizá por rebeldía, titula “LA ANTITECNICA”, y que puedo asegurar, no tiene parangón con ninguno de los existentes hasta ahora, por lo extenso y minucioso de su exposición en los más diversos aspectos de la voz cantada.
Durante mis estudios de canto y más tarde para mis oposiciones a Cátedra en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, hube de consultar muchos libros referidos a la técnica del canto en todas sus facetas. Leí biografías de cantantes del pasado, auténticos mitos, como Pertile o Viñas, quienes además de sus vivencias personales o artísticas, dedican una parte, no muy extensa, al tema técnico vocal, tal como ellos lo veían, pero referido a su propia experiencia personal. Ninguno de estos textos se acerca a este de FERNANDO BAÑÓ, que esta expuesto con una visión totalmente objetiva de la técnica y los problemas del canto, con tal minuciosidad y rigor, que cualquier pregunta que un estudiante se haga sobre los diversos aspectos de este difícil arte de cantar bien, la encuentra exhaustivamente explicada con lenguaje inteligible y elegante nivel literario. Desde el necesario conocimiento anatómico de nuestro cuerpo en general y específicamente de toda la musculatura y elementos fisiológicos que intervienen en la fonación, hasta las diversas patologías, más de los que los no iniciados puedan imaginar, que podamos padecer los que nos dedicamos (o nos hemos dedicado...) a esta maravillosa profesión, una de las más bellas y privilegiadas a las que un ser humano pueda entregarse. Va incluso más allá de lo que es específicamente la técnica vocal para cantantes líricos, sino que dedica un espacio no pequeño a la voz para música coral, música ligera y pop.
El libro va profusamente ilustrado con dibujos de la anatomía laríngea y diafragmática, de una elocuencia y comprensión que cualquier estudiante o estudioso del tema puede entender con suma facilidad y que te ponen en posesión del conocimiento de todos los elementos que entran en el sistema fonal. Está enriquecido con importantes citas de grandes artistas, críticos, y de médicos especialistas, que contribuyen a hacer muy interesante su lectura. Muchos ejemplos prácticos para entender algunos conceptos que él propone en cada uno de los apartados, que son tantos, de la impostación de la voz. Particularmente interesante es el largo capítulo que dedica al tema de la respiración, del que no pocos maestros eluden su importancia, cuando la realidad es que la correcta administración del aire es la piedra angular de todo buen cantante. Existe un dicho en Italia, en el ambiente lírico: “Respirare bene vuol dire cantare bene”. Obvio la traducción. Clasificación de las voces rigurosamente particularizada, ejercicios de vocalización, ejercicios físicos para un buen funcionamiento del uso del aire, etc. hacen de este libro un autentico manual para estudiantes, críticos, e incluso para cualquier aficionado que quiera asistir a una representación de espectáculo lírico con conocimiento de causa.
El resultado de este profundo y minucioso estudio que FERNANDO BAÑÓ ha realizado con tanto sacrificio y tesón, se encuentra en él mismo. Sus últimos conciertos ya denotan una recuperación espectacular, que hacen prever un venturoso retorno a aquellas expectativas de las que hablo al principio, y que pueden traducirse en una realidad artística de primer orden que nunca debió detenerse.
PEDRO LAVIRGEN
(Catedrático del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid)